¿Cuántas veces nos hemos sorprendido por ver a una persona con un sobrepeso u obesidad considerable pero que refiere que sus analíticas están perfectas pese a tener unos hábitos de vida poco saludables? 
  
Existe un porcentaje de personas que debido a su mala alimentación, consumo de alcohol, tabaquismo, vida sedentaria y su claro índice de obesidad, deberían tener analíticas sanguíneas con más de un valor alterado pero en cambio, las encontramos perfectas. Además, no padecen hipertensión, los electrocardiogramas son adecuados… Pues bien, es importante que como medida de prevención primaria tengamos claro que es no significa que entonces no tengan riesgo cardiovascular aumentado.
Una persona obesa siempre tiene un exceso de grasa corporal acompañado de un estado inflamatorio de su cuerpo que predispone a un mayor riesgo de enfermedades crónicas aunque gracias a otros factores como su genética no desarrolle hipercolesterolemias, diabetes tipo II o hipertensión arterial. Es más, en este tipo de personas hay que estar un cuidado especial para evitar que se fíen de su aparentemente adecuado estado de salud y evitar sustos en el futuro.

Un nuevo estudio danés publicado el pasado 7 de marzo en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism confirma que los individuos obesos aparentemente sanos, incluso sin hipertensión ni signos de enfermedad cardíaca, tienen un mayor riesgo de desarrollar cardiopatía isquémica que las personas con peso normal.

Para la investigación siguieron a 6200 participantes durante más de 10 años. Sus resultados chocan con el concepto de ``obeso metabólicamente sano´´ que en investigaciones anteriores se pensaba que no tenían el riesgo cardiovascular aumentado.

Se considera obeso metabólicamente sano a aquella persona con índice de masa corporal (IMC) mayor de 30 debido a un exceso de grasa corporal considerable pero que no presenta ni diabetes, ni hipertensión arterial ni dislipemias (el colesterol total y el LDL no se encuentran elevados y el HDL no se encuentra por debajo del valor mínimo).

Tras 5 años de estudio, los varones obesos metabólicamente sanos, es decir, sin parámetros del estatus metabólico alterados, tenían un riesgo 3 veces mayor que los varones con peso normal de padecer enfermedad coronaria. En el caso de las mujeres, el riesgo se duplicaba.
Aún así, el concepto de obeso metabólicamente sano no es indefinido y un 40% de los participantes que comenzaron el estudio en este rango, tras unos años de seguimiento, pasaron a la categoría de obesos metabólicamente insanos.

Es importante evaluar la grasa corporal sin basarnos únicamente en el valor del IMC que puede no ser útil en algunos tipos de persona. Por ello, evaluaron el perímetro de cintura, predictor del riesgo cardiovascular. A mayor cantidad de grasa acumulada a nivel abdominal, mayor cantidad de grasa visceral y mayor riesgo aterogénico. La grasa visceral en exceso es la más peligrosa porque además de tener u contacto más directo con nuestros órganos, es capaz de secretar factores inflamatorios y hormonas que aumentan el riesgo de ateroesclerosis. Según otros estudios que corroboran estos resultados, las calcificaciones de las arterias son iguales en este tipo de pacientes y la progresión a ateroesclerosis no está disminuida.

Aquellas personas con un perímetro abdominal mayor de 102cm en hombres y mayor de 88 cm en mujeres, se consideran que tienen por consiguiente, un riesgo cardiovascular aumentado, relacionado directamente con su estado de sobrepeso u obesidad.

Por otro lado, la obesidad sea en usuarios metabólicamente sanos o insanos, acelera el deterioro funcional asociado a la edad, llegando antes a situaciones de discapacidad por diferentes causas. El dolor corporal característico de la edad puede llegar hasta 6 veces más rápido, la capacidad de realizar actividad física disminuye dos veces más rápido que en una persona con un peso normal y la tasa de mortalidad es más alta en edades más tempranas, pese a ser metabólicamente sanos.
En conclusión, es importante no basarnos únicamente en los datos numéricos de las analíticas o del tensiómetro porque no son predictivos con total seguridad de un infarto, un ictus, o el desarrollo de una enfermedad coronaria. Además, la disminución de la calidad de vida en una persona obesa es clara y la morbimortalidad notablemente más elevada.

Referencias bibliográficas:
* Louise Hansen, MSc, Marie K Netterstrøm, MSc, Nanna B Johansen, MD, PhD, Pernille F Rønn et col. Metabolically healthy obesity and ischemic heart disease: a 10-year follow-up of the Inter99 study. J Clin Endocrinol Metab 2017 jc.2016-3346. doi: 10.1210/jc.2016-3346
* Kang YM, Jung CH, Cho YK, Lee SE, Lee MJ, et al. Fatty liver disease determines the progression of coronary artery calcification in a metabolically healthy obese population. Plos One 2017. 12(4):e0175762. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0175762

Redactado: Andrea Calderón García