Los canes comparten la comida con otro congénere, sobre todo si les resulta familiar.


No solo las personas pueden demostrar cooperación y generosidad a sus congéneres. También a los perros les gusta compartir, en este caso, la comida. Sobre todo si el can que va a recibir el alimento les resulta familiar. Investigadores de la Universidad de Medicina Veterinaria en Viena han constatado la conducta prosocial de estos animales. Aunque también han descubierto que, si el otro individuo les resulta extraño, tal actitud social positiva disminuye.
Una sabrosa recompensa
Primero, los experimentadores entrenaron a los perros para que reconocieran y relacionaran una ficha (con forma de luna, pato o estrella, entre otros elementos) para obtener, tras tocarla con el hocico, comida. A continuación, se les adiestró en dos pruebas más: en una conseguían alimento para su compañero y en otra no. En los tres ensayos se analizó si los canes se comportaban de manera prosocial y si el hecho de conocer al otro animal influía en su conducta.
También observaron si la sola presencia del compañero perruno les motivaba para actuar de manera generosa, incluso si este último se encontraba apartado y no tenía acceso a la comida. Cuando los investigadores mostraban al perro adiestrado una tabla en la que aparecían las fichas, este podía decidir si «obsequiaba» al otro can con alimento. 
Perros generosos en situaciones complejas
A pesar de los estrictos requisitos del experimento, se confirmó la conducta prosocial de los animales. La preferencia de los perros por obsequiar con alimento a un individuo que les era familiar se mostró de forma clara: los canes desconocidos recibían una recompensa con una frecuencia casi tres veces menor que los que resultaban conocidos para el animal adiestrado. Asimismo, los investigadores hallaron una diferencia notable en relación con la cuestión de si la presencia de un congénere influía en la motivación para actuar de forma generosa: incluso cuando el individuo se encontraba en el recinto experimental, aunque no en el mismo compartimento (véase imagen), aumentaba la motivación del perro adiestrado para proporcionarle alimento. 
Los autores asocian este último resultado con la teoría de facilitación social. Según esta, la presencia de un congénere favorece el rendimiento. También en este caso, los perros donantes preferían a los compañeros que les eran familiares. «Sin embargo, la diferencia fue menor que cuando había contacto visual. La teoría de la facilitación social debería comprobarse de manera más exhaustiva en estudios futuros», indica Friederike Range, una de las responsables de la investigación.
Texto: Investigación y ciencia
Fuente: Universidad de Medicina Veterinaria de Viena