Las personas estamos en constante proceso de regulación de conductas y relaciones, pretendiendo una adaptación eficaz que les permita vivir con bienestar. Para ello, es especialmente importante la resiliencia, habilidades que permiten superar los obstáculos cotidianos. Todos reaccionamos de manera diferente ante la adversidad, superándolos o bloqueándonos.
En el deporte, existen numerosas dificultades como resultados deportivos, lesiones o cuestiones de la vida privada. Deportistas con poca resiliencia son vulnerables absorbiendo las consecuencias negativas que puedan ocurrir en su realidad cotidiana o reaccionando con agresividad y frustración. Lo mejor es que la resiliencia se puede entrenar con la consecución de objetivos y retos, cambiando a positivo el autoconcepto o autoeficacia de los deportista. La resiliencia se asocia a una personalidad positiva, niveles elevados de motivación, confianza y concentración.
Un estudio comparativo entre deportistas de diverso nivel (semiprofesional, amateur y aficionado) y modalidades deportivas (fútbol, balonmano y esquí) mostraron en esta investigación que los deportistas que practicaban esquí eran los más resilientes y los que practicaban fútbol los que menos. También, encontraron mayores puntuaciones en la confianza de la propia intuición y la tolerancia a la adversidad en los jugadores de fútbol y balonmano, así como elevada porcentualidad en cuanto a la aceptación positiva del cambio en los esquiadores.